viernes, 30 de abril de 2010

JESÚS, EL EDUCADOR MAESTRO

Lo primero que aprenden los estudiantes al resumir este capítulo, es algo que Jesús enseñó magistralmente: brevedad y concisión; porque sólo deben usar cuatrocientas palabras para expresar su opinión sobre una lectura que marca, que deja huellas. Aquí Pazmiño se esfuerza por hacer teología para una práctica educativa, basándose en la perspectiva aleccionadora que se desprende de la vida de Jesús. En un conjunto de multiformes enfoques del tema de la enseñanza, hilvanados con una correspondencia sorprendentemente lógica, basa sus reflexiones partiendo del hecho de que “la encarnación del Hijo de Dios tiene implicaciones para la práctica de la educación”. Él refuerza este argumento citando un escrito de Gabriel Morán, quien dice que “enseñar es mostrar a alguien cómo vivir y cómo morir”, justamente lo que Jesús hizo. Pazmiño agrega a eso lo siguiente: “En Jesús, los educadores cristianos también descubren la encarnación de los principios de organización para la enseñanza”, algo importantísimo para la iglesia , porque élla debe organizar su educación sobre la base que modeló el Maestro. La división temática que usa el autor le sirve de soporte para la estructura del capítulo. Da la impresión de que en algunos puntos él debiera expandirse más, pero se sujeta a su propósito de ser breve. De entre toda la división, destacan “JESÚS COMO MENTOR” Y “LA PRIORIDAD DEL PARENTESCO”. L a reflexión sobre el mentor interpela la conciencia del educador cristiano. Las palabras referentes al parentesco inquieren al corazón del estudiante. Así, igualmente, en todo el resto de su escrito, Pazmiño , con gran calidad expresiva, usando una incesante argumentación cristocéntrica, no para hasta llevar al lector a sentir a Jesús llamando a su puerta para invitarle a ser más y mejor educador. Este capítulo ayuda a ampliar el conocimiento que se tenga sobre Jesús el Supremo Educador, pero lo hace procurando que esa amplitud de conocimiento sirva para la autoevaluación sincera del llamado que ha hecho Dios a aquellos que enseñan sus verdades divinas. Sin obviar una buena preparación, el verdadero educador es una persona completamente comprometida con Jesús. La investigación del escritor es admirable. Habla sobre una base de datos bien estudiada, partiendo de una buena exégesis bíblica. A través de las preguntas dirigidas al lector como un reto, hace que el tema sea pertinente porque pone al estudioso a aplicar sus reflexiones a la realidad de hoy.